Redimir el tiempo
La esperanza de vida en la actualidad ronda los 85 años para un hombre, un poco más para una mujer, si tomamos el decil más alto de ingreso, puesto que la calidad de vida y la medicina disponible son mejores ahí. Eso corresponde en horas totales a 742,560 en una vida completa. Las actividades que en la vida deben llevarse a cabo para la persona promedio son las de comer, dormir y asearse y hay variaciones naturales que se dan por la edad dado que un niño duerme más y los viejos duermen menos. Debe tomarse también en cuenta que las actividades cambian en los días de la semana contra los dos días de descanso el fin de semana, en los que hay menos actividades de trabajo y más actividades de esparcimiento y de la familia.
Si en el gran promedio dedicamos 2.5 horas a comer, 8 horas a dormir, cerca de 2 horas para el aseo personal y presupuestando igualmente un gran promedio de una 1.5 horas al día para trasladarnos a los lugares a los que tenemos que ir, así como lo que se le debe dedicar al estudio y al trabajo en las distintas etapas de la vida, las horas resultantes dedicadas a cada actividad mencionada expresadas en años completos, podrían quedar de la siguiente forma: 29 años de los 85 años que espera vivir un hombre, estarían dedicados a dormir, 9 años a comer, 5.5 años a trasladarse, 6 años al aseo y 18.5 años a los esfuerzos que se requieren para prepararse y mantenerse en una actividad productiva. Lo que esto significa es que sobran 17 años efectivos para hacer actividades como el deporte, la familia, los amigos, la cultura, el esparcimiento, los tiempos de viajes vacacionales y por último, el tiempo que dedica a la religión y a la espiritualidad.
Estos 17 años es el tiempo en el que contamos en realidad para lo que podemos considerar “vivir”. Seguramente tomaremos entre 1.5 y 2 años de nuestra vida en periodos vacacionales, un poco más de 3.5 años va a requerir una persona devota a sus creencias religiosas y casi 3 años de nuestras vidas estarán dedicados a atender y disfrutar de la compañía de nuestros seres queridos de manera enfocada, esto es, el tiempo con nuestros hijos, nuestros padres, hermanos, amigos, y otras familias que nos rodean. Esto nos deja con un presupuesto en realidad limitado para la cultura, el deporte y otras actividades placenteras como el cine, la lectura, los museos, conciertos, conferencias, y eventos en general.
No obstante lo anterior, si a ese presupuesto de 17 años le quitamos la religión, las vacaciones y el tiempo que debe dedicarse a las obligaciones que la vida nos impone como visitas al hospital, la clínica, la oficina de teléfonos, el banco y los impuestos, nos quedan aproximadamente 8 años para las actividades de esparcimiento más otros 3 años que podrían dedicarse a estar con los seres queridos y, aquí es en donde surge el peligro de diluir ese tiempo indispensable para “vivir” si se le dedica demasiado tiempo a todo lo que es una distracción nociva como los vicios, la televisión, y el teléfono celular.
Por ejemplo, dedicar 2 horas diarias al teléfono celular nos consume 5 años de vida, y nos deja con un presupuesto casi inexistente para ver a nuestros seres queridos y, si a esto se le combinara con 3 horas diarias de televisión, no sólo ya no sería posible ver a nuestros amigos y familiares, sino que no queda tiempo tampoco para las actividades religiosas y muy poco también para el esparcimiento.
Redimir el tiempo es la frase que usa Pablo el escritor de las epístolas cristianas para referirse a las dañinas actividades que nos pueden robar de lo que realmente vale la pena, que es servir y gozar con nuestros amigos, hermanos, hijos, y demás seres amados que nos rodean, así como prepararnos y producir un legado que deje valor tangible a nuestro círculo en primer lugar, pero también a la sociedad en forma amplia incluyendo a nuestros empleados, nuestros socios de negocios y la gente que nos necesita y que se encuentra muy cerca de nuestra influencia.
Si no fuera esto, ¿cuál es entonces el propósito de nuestra vida?, si no es el de impactar con los dones recibidos a aquellas necesidades por las cuales se duele nuestro corazón y nuestra alma y, empatando oportunidad con intención, por las que mucho podemos hacer con los recursos recibidos, más los que están también al alcance de nuestra mano.
Written By Jorge Arturo Martínez González
Más Posts
Ulises, atenea y el buho
En el musical “Epic” de J. Rivera, se cuenta con canciones el viaje de Ulises desde Troya hasta Ítaca, para volver a los brazos de Penélope su mujer. Esta obra
0 Comments